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5 de noviembre de 2013

TRUCOS EN LA COCINA



PARA LIMPIAR BOTELLAS DE BOCA ESTRECHA - truco

A veces nos encontramos con botellas u otro recipiente de boca estrecha que no podemos limpiar a fondo, ya que es difícil introducir cualquier  material en ella. Ni la mano, ni estropajos, ni esponjas.
Si la botella o el recipiente contenía aceite, vinagre u otro producto que deja poso, es complicado quitarlo sólo con agua caliente y jabón.
¿Qué puedes hacer entonces?
Una forma muy fácil de limpiar, rápida, barata, y que da muy buen resultado -me lo enseñó mi madre- es echarle un puñado de arroz crudo, con un poco de agua y jabón líquido para platos.
Si tienes el tapón de la botella, lo tapas, y si no, con la palma de las manos o la punta de los dedos.
Remueve enérgicamente. El arroz arrancará todos los posos. El agua jabonosa se encargará de limpiar y abrillantar el recipiente.
Finalmente aclara con abundante agua, y verás qué limpia queda.

Aquí te dejo un pequeño ejemplo.
Tenía unas botellitas de muestras de aceite de oliva. Me hicieron falta y las utilicé.
Estas botellitas no me gusta tirarlas, por si alguna vez me sirven para trasladar aceite a alguna excursión, o para echar un poquito de licor. 
 El arroz, en este caso, es milagroso.

Si utilizas a menudo la hierbabuena en tu cocina, y no tienes un campo o una maceta
donde poder criarla, puedes conservarla hasta una semana. Coge un paño de cocina, espolvorea con agua, sin llegar a mojarlo del todo, pon la hierbabuena en el centro, envuelve, mete en una bolsa de plástico, y mete en el frigorífico. Te durará unos días casi como recién comprada.
IMPORTANTE: Nunca puedes volver a congelar un alimento descongelado anteriormente. Pierde calidad. Se rompe la cadena del frío, y además de perder vitaminas, las bacterias, que estaban "dormidas" por el frío, vuelven a reproducirse.


Hay que rechazar por completo las latas deformadas, abolladas, abombadas, oxidadas y con fisuras. No son muy fiables. Antes de destapar una lata, lávala con agua caliente, enjuágala bien y sécala.


Pela y corta las patatas como quieras (alargadas, a cuadraditos). Échalas en un cuenco, y cúbrelas con un vaso de cerveza o dos (según la cantidad de patatas). Déjalas un rato. Escúrrelas muy bien, échales la sal y fríelas en abundante aceite muy caliente, en la sartén o en la freidora.

La cerveza le da un sabor muy especial. Y para hacerlas más crujientes, las fríes. Las escurres, y cuando pase un ratito, las vuelves a poner en la freidora o en la sartén, sin haber bajado la temperatura y las terminas de hacer,

Verás el resultado. Te soprenderá.

Para cocer la pasta, utiliza un recipiente alto. Calcula 1/2 litro de agua por cada 50 g. de pasta, y 5 g. de sal. Pon en la olla abundante agua. Cuando esté hirviendo, echa una cucharada de aceite de oliva, añade la sal y luego la pasta y remueve con tenedor largo de madera, o con estos utensilios que venden especialmente para la pasta. Para saber si está en su punto (al dente), comprueba que por fuera esté blanda, pero al morderla, el interior esté un poco duro. Pasa por agua fría, y pásale una cucharada de mantequilla. Quedará más suelta.

Para mejorar la digestión de los ajos y que no se repitan, retira la semilla central. Córtalo por la mitad, y será más fácil de quitarla.


También puedes echarlos, una vez pelados, en un poco de agua caliente, y dejarlos unos dos minutos. Así se vuelven más suaves.


Para que las pechugas de pollo queden más tiernas, remójalas en leche durante 2 horas. Si a la leche le pones un majado de ajo y perejil, después, a la hora de rebozarlas, estarán exquisitas.